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Foto del escritorCarolina Sharma

“Sueños matemáticos”

Mi admisión a la Universidad Nacional. Un día en 1994 cuando estaba lavando carros en el barrio Fontibón en Bogotá, recibí mi carta de admisión a la Universidad Nacional (la Nacho). Era el primero de la familia que lograba entrar a la Nacho. Sin embargo, después de ver que sí era posible, siete de mis primos entraron también y más adelante mi hermana logró entrar también. Fue una enseñanza para el resto de mi vida: Si luchas por tus sueños los que están cerca de ti también lo harán. 

Actualmente soy profesor de matemáticas en una universidad en Estados Unidos. Las ecuaciones (diferenciales) que estudio son muy variadas y pueden crear, por ejemplo, un modelo matemático de la propagación de la luz en la fibra óptica o pueden determinar cómo las ondas del agua se pueden volver tsunamis. Hasta pueden modelar la propagación de COVID-19 en las poblaciones. Lo lindo de ser un matemático investigador es que puedo trabajar en problemas de ingeniería, medicina, física o química o prácticamente de cualquier área de la ciencia gracias al uso de los computadores. 

Pienso que decidí estudiar matemáticas porque mis mejores profesores siempre fueron matemáticos. Aunque solo vi a mi padre biológico tres veces en la vida, en una de esas ocasiones él me ayudó a encontrar la raíz cúbica de un número y creo que eso me asombró de por vida. También recuerdo que un día respondí correctamente la última pregunta en una competencia de matemáticas en quinto de primaria ¡y el profesor invitó a mi grupo a comer empanadas! Así que creo que soy matemático porque me gustan las empanadas. Quizás a ti también te gustan las empanadas … 

Entré a la Nacho gracias al apoyo de mi tía Inés y su hijo Andrés (y casi mi hermano), quienes me ayudaron a prepararme como si fuera a correr una maratón; ellos creyeron en mí hasta el final de mi carrera. Durante 3 meses mi tía Inés me dio la comida y yo estudiaba de 6:00 am a 10:00 pm; mi primo le daba dinero a escondidas para ayudarme. Mis tías Mari y Rosa me ayudaban económicamente para seguir con mis sueños universitarios a pesar de que ellas solo estudiaron primaria, aunque este apoyo con el tiempo desapareció pues ambas sufrieron separaciones. Un día, mi mamá me dijo que la universidad era para gente rica, que eso no era para mí. Pobrecita mi mamá, era una madre soltera de dos hijos que no sabía cómo sostenernos. Sin embargo, siempre nos dio de comer y nos protegió soportando las peores humillaciones. Así que mi primer consejo para ti es que sigas adelante, aunque la gente que más te ame no comparta tus sueños. Ellos siempre estarán allí para apoyarte por encima de su propia voluntad porque el amor todo lo puede. En efecto, mi mamá vendió empanadas, tamales, almojábanas y estoy seguro de que sufrió mucho para darme algo de dinero semanal. Hoy pienso que pude haber trabajado más en mis tutorías matemáticas, pero me obsesioné con mi tesis de graduación.

Cuando entré a la universidad nacional fui el peor estudiante de todos. Yo no tenía ni 18 años y muchos estudiantes ya tenían una media carrera o me llevaban al menos 5 años. A veces no debemos ser tan duros con nosotros mismos. Sólo nosotros podemos entender por qué no nos va como esperamos y así mismo podemos corregir la situación. Con el tiempo llegué a ser un buen estudiante y de los 45 estudiantes que entramos sólo nos graduamos doce. A veces la mejor cualidad es la persistencia. 

Mi primer trabajo profesional. Después de graduarme, no logré encontrar el trabajo que estaba buscando. Yo esperaba trabajar en una universidad, sin embargo, después de buscar por varios meses, ninguna universidad me contrató. Trabajé en la biblioteca de la universidad nacional pero ningún salario me llegó en esos primeros meses; en mi casa comimos arroz y remolacha por casi tres meses. Eso fue muy difícil para mí y para mi familia pues realmente conocí lo que era aguantar hambre por primera vez. Comíamos el pan duro al desayuno que una vecina nos traía de la panadería que le daban a ella para alimentar sus perros. Cuando por fin recibí un primer salario como bibliotecario fui atracado por una habitante de la calle ese mismo día. Antes de irse el habitante de la calle me dijo que lo hacía por sus hijos. Ese día decidí que aceptaría cualquier trabajo y que mi familia no aguantaría más hambre. Entonces empecé a buscar trabajos en las escuelas como maestro. 

Recuerdo que un día se nos acabó todo el dinero y toda la comida y mi mamá y yo estábamos acostados en la cama mirando al techo. Y recuerdo que mi mamá dijo “esta es la primera vez que nuestro señor me deja sin qué comer.” Yo traté de sonreír y antes de que pudiera decir algo ella se levantó de un brinco de la cama y dijo “me acabo de acordar que yo guardé un dinero hace un año en un abrigo de los sesenta.” Yo me reí porque pensé que era un simple grito de desesperación. Sin embargo, allí estaba el dinero: ¡17.000 pesos! Era suficiente para sobrevivir por una semana. En esa semana sucedieron cosas extraordinarias. 

Recibí una llamada de trabajo de un colegio (NGC) que estaba buscando profesores de matemáticas de la universidad nacional. Cuando llegué a este colegio la energía era diferente, era como que me querían sin conocerme. Después de varias entrevistas con el rector, una entrevista en inglés y con el pastor, fui contratado. Este trabajo que nunca consideré hacer en mi vida es quizá el trabajo que recuerdo con más amor. Aún recuerdo en mi cabeza los más de cien niños a los que les di clase, y hoy día me pregunto cómo serán sus vidas. Los maestros siempre llevan a sus alumnos y alumnas en el corazón. Para ellos no hay trabajo más importante que gastar las mañanas o las tardes enseñándole a los niños o a los jóvenes a aprender. 

Viaje a Puerto Rico. Después de trabajar dos años como maestro, tenía claro que quería estudiar fuera del país y fue así como tomé el examen TOEFL (un examen que prueba si sabes bien inglés y que es requerido en universidades del extranjero). Me di cuenta de que tenía que estudiar este examen como mi examen de la universidad nacional. Fue así como me asesoré de un amigo que pagó un curso de TOEFL. Él me prestó todos sus libros y sus CDs para estudiar. Así fue como establecí un horario de estudio. Tomaba exámenes de gramática, comprensión de lectura y escuchaba muchos audios sobre el TOEFL. Incluso me despertaba a las 5 am para escuchar noticias en inglés en la emisora de la Universidad Nacional. Esto lo combinaba con mis clases de inglés en el colegio donde trabajaba. 

Antes de salir de trabajar del colegio el mismo amigo me habló de la posibilidad de ir a estudiar a Puerto Rico y yo le dije que lo intentáramos ya que no requerían el inglés. Todo ocurrió muy rápido: El 24 de diciembre me llegó mi carta de admisión a la universidad y en veinte días ya estaba viajando a Puerto Rico con 150 dólares en el bolsillo. Así empecé a estudiar una maestría en matemáticas en la Universidad de Puerto Rico de Mayagüez (UPRM). Allí me ofrecieron asistencia económica suficiente para pagar mi comida y mi arriendo. Incluso le podía enviar cien dólares mensuales a mi mamá y a mi hermana. 

Viaje a Arizona. Cuando estuve en Puerto Rico recibí la noticia de haber pasado el TOEFL y de inmediato contacté a un profesor famoso que ayudaba a estudiantes colombianos que querían estudiar matemáticas en Estados Unidos. Su nombre era Joaquín Bustoz. El profesor me dijo que si alguien podría darme una recomendación desde Colombia él estaría dispuesto a ayudarme ya que había pasado el TOEFL. A mí me pareció muy sospechoso. Sin embargo, mi sueño era empezar un doctorado en matemáticas tan pronto como fuese posible. Había escuchado que en la vida siempre hay que estar preparándose pues la vida te abrirá puertas por unos instantes. 

Después de conocer a Joaquín Bustoz entendí por qué se referían a él como nuestro patrono en Estados Unidos. Decidí aceptar la oferta para estudiar un doctorado en la universidad estatal de Arizona. Llegué a Arizona con solo 300 dólares, pero necesitaba 1,200 para el primer mes. El profesor Bustoz me dio trabajo de inmediato y en quince días recibí mis primeros 700 dólares. Yo fui de inmediato y le dije al profe que había un error y le pregunté cómo se hacía para devolver ese dinero, pues yo no había empezado a trabajar. Él se rio, pero creo que desde ese momento gané su confianza pues se dio cuenta que era una persona honrada. Después me enteré de que el profesor colombiano que había escrito mi carta, el profesor Jairo Charris, era uno de los mejores amigos del profesor Bustoz. 

El profesor Bustoz había sido un Fulbright Scholar. Este es un prestigioso programa que le permite a profesores americanos estar un tiempo en Colombia para hacer investigación y por eso quería tanto a los colombianos. El profesor me dio una posición de asistente de investigación y lo que yo hacía era reunirme con él, mirar sus cálculos matemáticos y verificar que no hubiese errores. Además, tenía que dar tutorías a estudiantes latinos en su programa (SUMS Institute) que ha sido nacionalmente reconocido por ayudar a dichos estudiantes. Este programa ha ganado varias medallas presidenciales en los Estados Unidos. El profesor me dijo que solo me podía apoyar por un semestre y que dependía de mí pasar un examen para poder dar las clases en inglés. Así podría trabajar con el departamento de Matemáticas dando clases y estudiando cómo lo hacía en Puerto Rico. 

Cuando empezaron las clases yo estaba muy contento. Sin embargo, me di cuenta de que mi inglés conversacional estaba muy lejos de ser entendido. Recuerdo que una vez entré a un elevador y dije “good afternoon” (buenas tardes) todo el mundo me miró como diciendo “esta persona está loca.” Aprendí que basta con una sonrisa para comunicarse. La universidad me permitió inscribirme en un seminario gratis para mejorar mi inglés y enseñar una clase. Así fue como durante seis meses estudié con otros estudiantes de Asia y Latinoamérica. Fue una experiencia especial. Aprendí que los colombianos somos muy apreciados cuando nos conocen. 

Afortunadamente, por ser de la Nacho tenía una muy buena educación matemática. Así que no tuve que estudiar muchas matemáticas el primer semestre. Las clases eran relativamente fáciles para mí. Pero me la pasaba todas las horas estudiando inglés en la biblioteca, viendo novelas, viendo películas y practicando cómo dar una clase en inglés. Al final del semestre tuve la evaluación final para ver si podía enseñar. Hice mi mejor esfuerzo y creo que todo el mundo pensó que lo pasaría, sin embargo, no lo pasé. Afortunadamente el departamento de matemáticas me dio la oportunidad de calificar exámenes para un profesor. El siguiente semestre logré pasar el seminario y pude, de allí en adelante, enseñar muchas clases de matemáticas en inglés. Desafortunadamente, al final de mi primer año en Estados Unidos mis profesores Joaquín Bustoz y Jairo Charris fallecieron. Es uno de esos golpes que la vida te da, no sé por qué; el primer golpe es para tumbarte y el segundo es para que no te pares nunca más.

Terminando el doctorado. Con el fallecimiento del profesor Joaquín Bustoz y el Profesor Charris me cuestioné si todo este esfuerzo valía la pena, pues había dejado a mi familia y me sentía muy solo. El doctorado se fue poniendo mucho más difícil: Las clases no eran tan difíciles, pero teníamos que pasar cuatro exámenes, se les llaman “qualifiers.” Logré pasar 3 exámenes con mucho más esfuerzo de lo que creí, sin embargo, un examen me causó muchos problemas. Durante este tiempo conocí a Nicole, mi esposa y la futura madre de mis hijos. Su compañía y apoyo me ayudaron a pasar este examen. 

Ahora tenía que prepararme para terminar mi tesis doctoral. Sin embargo, mi primer director de doctorado no fue lo que yo esperaba. Era un hombre frío y muy disciplinado. La verdad fue que yo estaba muy desmotivado con el tema de investigación y no sentía que realmente él quisiera trabajar conmigo. Además, yo tenía que tomar un examen muy avanzado en un tema muy difícil. Varias veces fui a preguntarle por soluciones a problemas que supuestamente él mismo escribió, pero también él duraba dos horas sin poder resolverlos tampoco. Entonces aprendí que la gente no es tan buena como dice ser ni como aparenta y a veces te evalúan con unos estándares que ellos mismos no tienen. Si te atreves a hacer más de una pregunta realmente conoces a las personas. 

Recordé que recién llegué a Arizona el Profe Bustoz me presentó al profesor ruso profesor Sergei Suslov, gigante, pero con un corazón más grande que el mismo, y me dijo “este es de los cinco mejores matemáticos del mundo en mi área”. Suslov estaba a punto de publicar artículos con sus estudiantes y siempre había expresado su interés de trabajar conmigo. Suslov se convirtió en un padre para mí. Peleamos muchas veces, trabajamos todo el tiempo y todos los días leíamos artículos. Después me enteré de que él tuvo muchas peleas para defenderme y apoyarme. Sin embargo, nunca me lo dijo. Logramos publicar un primer artículo y él se las arregló con mi otra directora Svetlana Roudenko (quien visitó Colombia en 2023) para mandarme a conferencias en España, Alemania y Suiza. Me di cuenta que a veces tenemos las soluciones a nuestros problemas enfrente pero no las vemos por nuestro orgullo y ambición. 

Trabajar con Suslov fue una de las mejores decisiones de mi vida. Él me enseñó que puedo aprender lo que yo quiera y en particular, tuve que aprender mucha física. Hoy día solo quiero seguir aprendiendo. ¡Hasta estoy aprendiendo a tocar piano y jugar basketball con mis hijos! Actualmente quiero aprender inteligencia artificial. En mi universidad tenemos un proyecto de enseñar a los computadores a resolver ecuaciones diferenciales que es impresionante.

Logré defender mi tesis de doctorado y fue uno de los días más orgullosos de mi vida. Nicole, mi novia en ese tiempo, me había dado un ultimátum: después del doctorado tenía que decidir si me casaba con ella o no. Yo quería casarme con ella cuando tuviera un trabajo. Sin embargo, no todo en la vida tiene que hacerse de una manera racional. En los sentimientos las matemáticas no funcionan. Decidimos casarnos a pesar de que yo no tenía trabajo. Una vez más Puerto Rico vino a mi rescate: recibí una oferta de trabajo de la universidad de Puerto Rico de Mayagüez. Fue una experiencia fantástica dejar de ser estudiante y ser un profesor. Allí también nació mi primer hijo a quien nombramos Joaquín, como mi profe querido Joaquín Bustoz. Además, conocí a mis mejores amigos, a quienes sigo queriendo a pesar de la distancia. Incluso tengo un ahijado puertorriqueño: Franco Enrique.


Después de trabajar cuatro años en Puerto Rico, acepté una oferta de trabajo en la Universidad de Texas del Valle del Río Grande (UTRGV). Llevo ocho años trabajando como profesor en UTRGV y aquí en Texas nació Gabriel, nuestro segundo hijo. Trato de ayudar a los estudiantes colombianos con buen inglés a recibir estudios de postgrado. UTRGV ha ayudado a muchos colombianos. Nuestra



universidad es 90% hispana. La mayoría de los estudiantes son descendientes de mexicanos. Al menos quince colombianos han venido a nuestro departamento de Matemáticas en estos ocho años y han crecido profesionalmente. Espero poder seguir ayudando a muchos más como lo hizo el profesor Joaquín Bustoz conmigo. Trato de ser un buen profesor como los buenos que he tenido.

Tu lucha. Espero que mi historia personal te ayude a motivarte a estudiar inglés y muchos otros temas como ciencias e ingenierías. Cuando era estudiante no teníamos YouTube o celulares. Hoy día puedes encontrar noticias en inglés, canciones en inglés, cursos de inglés, hasta cursos de TOEFL gratis y todas las matemáticas que quieras aprender. Espero te des una oportunidad de aprender un tema de tu interés para que se abran nuevas oportunidades y puedas explotar tus talentos (que no tengo duda que los tienes) y logres sueños más grandes de los que yo tuve. Vale la pena decir que muchos de mis amigos que se quedaron en Colombia hoy día son más exitosos y tienen la oportunidad de servir a su país mejor que yo. Así que esta no es una invitación para que dejes el país. Esta es una invitación para que te eduques de la mejor manera, siempre te esfuerces y que seas parte de las personas que queremos cambiar a Colombia ayudando a otros colombianos a ser mejores que nosotros mismos. Y recuerda: ¡Colombia necesita tu talento! 


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