Psicología y Educación. "Investigar es mi estilo de vida."
Actualizado: 20 may 2023
Autora: Lorena Cudris Torres
¡Hola! soy Lorena Cudris Torres. Nací en Chimichagua, un municipio cuya actividad económica depende de la pesca y las artesanías. Tuve el privilegio de vivir una infancia contemplando la naturaleza que ofrece el humedal de agua dulce más grande de Latinoamérica, la Ciénaga de Zapatosa, que cuenta con más de 30.000 hectáreas habitadas por unas 45 especies de peces y 30 clases de mamíferos. En ese humedal donde navegó muchas veces La Piragua, crecí en una familia nuclear conformada por papá, mamá y tres hermanos. Soy la hija menor de un panadero que alternaba su oficio con un trabajo formal como técnico de saneamiento ambiental en la E.S.E Hospital Inmaculada Concepción. Mi madre era ama de casa. En Chimichagua estudié la básica primaria en el Colegio La Inmaculada Concepción y la secundaria en el Colegio Nacional Mixto de Bachillerato.
“Chimichagua, pertenece al departamento del Cesar, el cual es rico en biodiversidad y minerales. La actividad económica se centra en la agricultura, ganadería y minería; está lleno de gente emprendedora, alegre, afectuosa, colaboradora y resiliente. En contraste, mi departamento posee varios retos como un alto índice de desempleo que afecta la economía y, por ende, la calidad de vida del cesarense. Esto, a su vez, desencadena problemáticas sociales que aumentan la brecha de inequidad en sus habitantes: lastimosamente el departamento del Cesar posee un índice de desempeño medio bajo en innovación, lo que representa para la población un desafío en lograr crecimiento y desarrollo sostenible”.
Durante mi primaria fui buena estudiante. Maestras como Gladis Pontón y la Hermana Margarita Orduz Chanaga me motivaron a hacer todo lo mejor posible y a servir a causas sociales. En el bachillerato, la maestra Jacqueline Díaz Páez fue fundamental en mi aprendizaje ya que a través de sus clases nos enseñaba a conocer las realidades sociales en diferentes contextos, y me generó la inquietud por estudiar el comportamiento humano. También recuerdo de manera especial al maestro Henry Mejía por su pedagogía y didáctica a la hora de enseñar y que me ayudaron a entender lo valioso de ensenar con paciencia y devoción. Adicional a mis maestros que me inspiraron tanto, ver a mi papá todos los días ir a trabajar al Hospital, decantó mi vocación de servicio por el sector de la salud. Mis intereses profesionales en grado once le apuntaban a Medicina o Psicología.
Días después de culminar mis estudios de bachillerato en 1996, mi papá me sentó en la mesa del comedor y me dijo: “estás matriculada en el programa de Psicología, no tienes derecho a perder una sola materia, porque los pobres no tenemos derecho a equivocarnos”. Esta frase ha sido guía en el tránsito de mi vida para hacer mi mejor esfuerzo en cada meta trazada. Esa frase tenía dos componentes: uno, el de la pobreza y dos, la búsqueda de la excelencia. Yo opté por la segunda. Mi padre había realizado un esfuerzo enorme al matricularme en el programa de Psicología de la Universidad Antonio Nariño con la ayuda de mi tía Magdalena Torres.
Para 1997 no eran muchos los programas de Psicología en el país y lograr un cupo en las universidades públicas para una provinciana como yo, era toda una odisea. En esa época no había facilidades de comunicación para acceder a la información de las universidades. Acceder a éstas implicaba un gasto al tener que desplazarse en cuestiones de tiempo y dinero, y en ocasiones sentí mucha decepción porque los costos de las matrículas superaban con creces las posibilidades económicas de mi familia. Hoy en día admiro lo que hicieron mis padres para sostener y educar a 4 hijos con los bajos ingresos que recibían, en especial, que cuando llegó la hora de mis estudios universitarios ya mis padres no tenían la panadería. En esa época ya solo dependíamos del salario de mi papá en el Hospital, que en muchas ocasiones se atrasaba.
La llegada a la universidad representó un cambio drástico teniendo en cuenta que las exigencias académicas se imponían ante la débil formación recibida en la secundaria. Si bien es cierto que muchos profesores hacían un gran esfuerzo en formarnos de la mejor manera, la brecha de calidad entre las ciudades y los municipios pequeños no se resuelve con buenas voluntades. Afortunadamente entendí desde un principio que debía realizar un enorme esfuerzo propio. Las palabras de mi padre me mantenían enfocada en cumplir mi meta de ser profesional y es en esa época que adquirí los buenos hábitos de estudio, me volví puntual y una persona disciplinada. En la medida que obtenía buenos resultados me llenaba de motivación para avanzar con calidad.
Cuando había terminado el segundo semestre, mi padre no tenía cómo seguirme pagando los estudios. Fue a través de créditos con el ICETEX que logré pagar la matricula. Cada semestre mi padre debía establecer compromisos económicos enormes para poder pagarme la manutención, el transporte y los materiales de estudio. Sin embargo, las adversidades no fueron un impedimento. Mi respuesta al sacrificio de mis padres fue graduarme con honores y ocupar el primer puesto en la Facultad de Psicología.
Uno de los mayores factores de éxito en mi carrera consistió en tener buenos hábitos de estudio. Todos los días separaba horas de estudio fuera de las clases de tal manera que podía cumplir con mis compromisos académicos con calidad. Recuerdo que cuando estábamos en VIII semestre ajustaron el pénsum en la universidad y tuvimos que matricular 8 materias. Ese semestre, a pesar de la carga académica, tuve mi mejor desempeño académico y dejé el promedio en 4,8. Cuando fui a reclamar mis notas una estudiante de semestre inferior me preguntó: ¿cómo haces para tener ese promedio? Le respondí “cuando adquieres un hábito y mantienes ocupado el cerebro en estudios todo es más fácil, aprendes más rápido, es como si el cerebro entrenara.” Ella sonrió con mi respuesta. Cabe mencionar que todo tiene un sacrificio ya que en la universidad hice pocos amigos. Lo cierto es que, aunque tenía poca vida social sentía que mi recompensa llegaba en las vacaciones al reencontrarme con mis amigos del colegio y vecinos.
Graduada, regresé a mi municipio donde ejercí algunos trabajos como servidora pública. Entre varios cargos ejercidos destaco el de jefe de la Secretaría de Servicios Sociales que incluía las carteras de salud, educación, cultura y deportes. Dentro de los mayores logros en mi función fue bajar considerablemente los índices de embarazo en adolescentes. Mi labor fue reconocida en las evaluaciones de desempeño a las Secretarías de Salud y por dos años consecutivos fui la mejor evaluada en el departamento del Cesar.
El aprendizaje obtenido en el cargo antes mencionado me motivó a especializarme en Gerencia Pública. Aunque quería seguir una carrera en la política, al estudiar mi especialización me di cuenta que uno de los mejores caminos para transformar vidas y cambiar las realidades sociales en cualquier país es la educación. Por ello, presenté mi hoja de vida en la Fundación Universitaria del Área Andina en la sede Valledupar y allí me brindaron la oportunidad de trabajar como profesional en el área de bienestar universitario. Desde ese cargo apoyé la obtención del registro calificado del Programa de Psicología. Luego coordiné el programa por 5 años, trabajando arduamente para potenciar la investigación en Psicología desde la Región Caribe. Ya llevo más de una década en la academia, ejerciendo labores de enseñanza e investigación.
Un punto importante para definir qué posgrado estudiar fue la experiencia profesional que tenía e identificar las habilidades adicionales me hacían falta para ser exitosa ante los retos laborales que demandaban trabajos de mayor rango a los que quería aspirar. Yo sentía que mi siguiente paso era adquirir conocimientos en Educación, Pedagogía y Psicología clínica. Por ser funcionaria de la Fundación Universitaria del Área Andina obtuve descuentos para cursar la Especialización en Pedagogía con la misma institución. Luego, cuando cursé la Maestría en Psicología en la Universidad Simón Bolívar, había días que los recursos no alcanzaban para comprar las 3 comidas, pero eso no importaba porque me encantaba estudiar. Mis padres, que han sido un gran apoyo, cuidaban de mi hijo mientras iba a estudiar. Como premio al esfuerzo obtuve la “Mención de honor por excelente desempeño académico en la Maestría en Psicología”, lo que me abrió muchas puertas en el campo investigativo.
Luego de la Maestría, la Fundación Universitaria del Área Andina, donde aún laboro, había suscrito un convenio con la Universidad Cuauhtémoc de México. Yo me postulé y estudié becada el Doctorado en Ciencias de la Educación, ganando el premio “Trayectoria de Excelencia” y tesis meritoria. Hoy en día me desempeño como docente de la Universidad Popular del Cesar, formando investigadores del programa de Psicología. También trabajo en investigaciones con equipos de México y Estados Unidos en un proyecto llamado “Yo Puedo Sentirme Bien”, el cual ayuda a estudiantes de México y Colombia para que cuenten con tratamiento psicológico en línea y de manera presencial. Mis investigaciones han contribuido a la mayor calidad de vida de los estudiantes en sus etapas universitarias y han recibido múltiples reconocimientos nacionales e internacionales.
Hacer ciencia desde el departamento del Cesar me ha enfrentado a muchos retos. Según la Misión de Sabios, mi departamento presenta un Índice Departamental de Innovación medio-bajo, ya que es escaso el apoyo financiero para proyectos de alto impacto. He alcanzado todos estos logros gracias a mi perseverancia, la bondad de Dios, el apoyo incondicional de mis padres y de mi hijo, además del soporte de redes científicas internacionales y la colaboración de compañeros investigadores que han caminado a mi lado todos estos años. Se requiere de mucha disciplina y valentía para cambiar las realidades sociales que vivimos. Hoy puedo decir con convicción que ¡SI SE PUEDE! hacer ciencia con calidad e impacto social desde los territorios.
A los niños, niñas y jóvenes que me leen, quiero decirles que mi proyecto de vida enfocado en investigar es un camino muy fértil que los invito a transitar. La educación es el medio más poderoso que tenemos para transformar vidas y potenciar el desarrollo de Colombia. No importa que tan difícil sea tu contexto, siempre hay un camino para salir adelante. Díganse a si mismos y mismas, ¡SI PUEDO!
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Es increíble todo lo que logró, es una inspiración para muchos de nosotros, gracias por todo. ♡